BlogEl pulso del pensar

Amar es dejar aparecer

Amar es dejar marchar

Reflexión en torno a los espacios del amor

En mi libro “Amores elípticos” dibujo el amor como un juego entre diferentes espacios:

“En nuestras interacciones personales se abren tres espacios fundamentales (el Yo, el Tú, y Lo Nuestro), y los tres deben preservarse, porque el descuido de uno de ellos conduce al fracaso de las relaciones. La muerte de una historia afectiva se produce:

  • Cuando descuido mi espacio personal, mis valores y necesidades, mi raíz fundamental
  • Cuando ignoro o invado el espacio de mi pareja, negando su existencia
  • cuando no logramos construir un espacio compartido donde el amor florezca.

Son tres espacios irrenunciables, con sus peculiaridades propias.

Siempre me atrajo la idea de reflexionar sobre el juego que se produce entre la persona que soy, la persona que descubro, y lo que vamos experimentando. Pero no encontraba la metáfora adecuada para describirlos”

(María Teresa Rodríguez de Castro. “Amores elípticos”. Los Libros de la Catarata, Madrid, 2023, pgs 20-21)

“Amores elípticos” está construido en torno a la historia del descubrimiento y la exploración de la metáfora de la elipse. Acudo para ello a los territorios de la Filosofía y la Poesía, la ficción y el pensamiento. El resultado es una teoría acerca del amor, del mundo afectivo, de sus tensiones y de los trabajos que permiten acceder a su núcleo radical. Pero es algo más que eso. El libro tiene vocación cosmológica. Hay muchos mundos en éste, reales y posibles, anticipados, evocados, soñados, abandonados… La realidad es generosa a poco que decidamos comprometernos con ella. Cada amor que vivimos inaugura un mundo nuevo, que se funda entre dos. Amar es lanzar una apuesta a lo desconocido confiando en que la jugada nos saldrá bien. Y si no termina siéndolo del todo, a que nos levantaremos del suelo lo antes posible, nos sacudiremos el polvo y volveremos a jugar.  

El biólogo chileno Humberto Maturana fue un hombre profundamente interesado en el valor del ser humano y su capacidad de vinculación. En su libro “La revolución reflexiva”, escrito junto a Ximena Dávila, hace una apreciación maravillosa sobre la manera en que el amor abre espacios; amar, asegura Maturana, es dejar aparecer. Tomar conciencia de que la persona que tengo a mi lado es mucho más que la idea que tengo de ella. Nunca podremos conocer a una persona en su totalidad, y tampoco deberíamos hacerlo. La aceptación del Tú como Misterio es una de las decisiones que nos engrandecen. Amar es apoyar lo que otra persona defiende y construye, sus múltiples formas de ser.

Dejar aparecer no es solamente un acto de respeto y generosidad; es además una apuesta por la aventura. Si estoy frente a una persona y permito que despliegue lo que es en vez de dirigir lo que sucede, abro la puerta a un mundo inesperado que aguardaba su momento para extenderse. Renunciar a controlar lo que sucede en un espacio es abrir un extenso campo de juego donde todo puede acontecer.

Dejar aparecer es también, para Maturana, un “dejarme” aparecer. Permitirme ser. Poner pausa en mis acciones y decisiones, regalarme un tiempo para reflexionar y conectar con quien soy y con lo que me importa. ¿Estoy abandonando el tipo de vida que deseo vivir? ¿Renuncio a mis valores y a lo que me ilusiona por una historia que me empequeñece? ¿He perdido la conexión con quien digo ser, con quien soy, con quien debería ser?

Por último, dejar es un “dejarnos” aparecer. Renunciar al control e invitar a lo que emerge, que depende siempre de dos. Lo que soy con una persona no lo soy necesariamente con otra, lo que resuena en mi interior lo hace de manera diferente en función de la persona que tengo enfrente. Lo que desarrollamos en una relación no lo construimos en otra, o no lo hacemos de la misma manera. El mundo que fundan quienes aman revierte sobre las dos personas y las transforma. Las personas cambian, las dinámicas difieren de una historia a otra.

El amor promueve espacios, es el gran prestidigitador que juega con barajas y chisteras que escapan a nuestro conocimiento. Espacios que se multiplican al contacto con otras personas. Yo, Tú, lo Nuestro. Junto a ellos, los diferentes estadios del amor. Los juegos de la seducción, antes del amor, con sus pasatiempos particulares. Las dinámicas, las tensiones y los trabajos que se producen en el interior una relación. Las caminatas por el desierto cuando el amor termina. El antes, el durante y el después, con sus cosmologías propias, con sus jeroglíficos y sus dilemas. Hay tantos espacios en el amor como mundos escojamos vivir. Depende de mí promoverlos.

¿Quién dice que no puedo jugar la partida de otra manera? ¿Quién me convence de que lo que he sido hasta ahora es lo único que puedo llegar a ser?

(Composición: Marta Rodríguez de Castro @martardecastro)

BIBLIOGRAFÍA:

-Dávila, Ximena y Maturana, Humberto (2021) “La revolución reflexiva. Una invitación a crear un futuro de colaboración” Barcelona, Paidós