BlogLos jeroglíficos del corazón

Ordo amoris: El juego del corazón

“Amores elípticos” es un libro incompleto, en el sentido de que nos pide que lo completemos, que entremos en relación con él y pongamos de nuestra parte para mejorar nuestra vida amorosa. Es una invitación a reflexionar sobre el antes, el durante y el después de nuestras vidas afectivas. Sobre el tratamiento que damos a cada uno de esos estadios, la manera en que los gestionamos.

Escribí este libro para ordenar mi amor dibujando el territorio afectivo, pero me gusta pensar que tiene vida propia, una inteligencia particular que marcha a su aire y dibuja un recorrido particular. Como espero que hagan quienes lo leen. 

Una pregunta que me hacen a veces, con escepticismo, es ¿qué tiene el libro de original? Las personas tendemos a pensar que todo está dicho y escrito sobre el amor, que ha nacido para vivirse, y por tanto mi libro (como cualquier otro) no tiene nada que añadir. Pero la pregunta del amor es una pregunta que toda persona debe afrontar en su vida. Yo me la planteé con el objetivo de iniciar una búsqueda personal, un aprendizaje propio. Quiero conectar con el origen de mis preocupaciones y desvelos, de la energía que me vigoriza. La respuesta a la pregunta de la originalidad del libro es por tanto su cosmología: “Amores elípticos” dibuja un mundo particular, fundado, originado. El que yo me he lanzado a dibujar (a concebir) partiendo de mi experiencia afectiva, pero mirando más allá de ella. Me propuse poner a dialogar intuiciones y aprendizajes personales con reflexiones universales o particulares de otras personas. El mundo afectivo que presenta este libro nace con vocación de universalidad, anhela trascender lo personal e invita a otras personas a emprender un viaje similar.

“Amores elípticos” es un libro demandante, que apela a quien lo lee. Cuida el lenguaje, la claridad, busca seducir, persuadir. Pero es un libro exigente, escrito para detenerse en él, para reflexionar. Y que al hacerlo interpela, nos desafía a realizar el mismo trabajo de poner claridad en nuestras vidas. Vivimos en una sociedad de sensaciones. Nos quedamos sin capacidad de abrirnos a experiencias más profundas. Ganamos en sensibilidad, pero perdemos en visión. Nos cuesta comprender lo que nos pasa.

El pulso del pensar y el pulso del sentir viajan acompañados. Nuestras vivencias tienen una primera capa, la del sentimiento, que exige que construyamos una segunda, la de la reflexión, para mejorar las vivencias que tenemos a continuación. Cada día surgen oportunidades para construir corazón.

“Amores elípticos” te pide que ordenes tu campo afectivo de manera peculiar, original, coherente con quien eres. El libro te lanza un desafío: utilízame para ejercitarte, para fundar tu propio “Ordo Amoris”.

¿Cómo están ordenados tu amor y tu odio? Esto es lo que en filosofía se conoce como “pregunta radical”. Las preguntas radicales son aquellas que van a la raíz de lo que sucede, las que nos permiten acceder a los niveles más profundos de nuestra experiencia personal. Max Scheler considera que el “ethos” de una persona (su carácter, su actitud primaria hacia la vida) se encuentra determinado por la manera en que tiene ordenado su amor (1). El “Ordo Amoris”, el orden que preside lo que una persona ama, determina sus actos y por tanto su vida. Ordenamos las cosas de una manera según nuestras predilecciones particulares, nuestras preferencias y rechazos. Nos alejamos de unas cosas y nos acercamos a otras. Valoramos lo que nos sucede. Establecemos un orden en nuestro amor, y con ello en nuestro odio, porque el odio es en realidad una rebelión de nuestro corazón y de nuestro espíritu contra la vulneración de ese “Ordo Amoris” que hemos establecido internamente.

Lo que sucede a mi alrededor conmueve incesantemente mi corazón y mis pasiones. Aquello que me permito descubrir o lo que construyo y creo dependen del juego de este movimiento en mi corazón. De los trasiegos que se producen dentro de ese orden que me he dictado a mí misma.  El «Ordo amoris» es una ventana por la que miro el mundo. Pero… ¿cómo puedo conocer mejor el mío? ¿Cuáles son sus claves?

“Me encuentro en un inmenso mundo de objetos sensibles y espirituales que conmueven incesantemente mi corazón y mis pasiones. Sé que tanto los objetos que llego a conocer por la percepción y el pensamiento, como aquellos que quiero, elijo, produzco, con que trato, dependen del juego de este movimiento en mi corazón. De aquí se deduce para mí que toda especie de autenticidad o falsedad y error en mi vida y de mis tendencias, depende de que exista un orden justo y objetivo de estas incitaciones de mi amor y de mi odio, de mi inclinación y de mi aversión, de mis múltiples intereses por las cosas de este mundo, y de que sea posible imprimir a mi ánimo este ordo amoris”

(Max Scheler, “Ordo amoris”, pg 21)

Scheler describe un mundo ordenado por los valores que se otorgan a las cosas que suceden en él. Los dirigen sentimientos intencionales: qué prefiero, qué rechazo, qué busco, qué postergo. En el campo afectivo, jugamos una serie de cartas casi sin darnos cuenta. Esas cartas son las cosas que valoramos. Quizás demos importancia a la autonomía, o puede que nos importen más el cuidado, el placer o la conexión. Puede que busquemos que nos respeten, controlar las circunstancias, recibir antes que dar, o dar para mostrar quien soy.  Seguridad, pasión, tranquilidad, excitación. Todo esto lo ponemos sobre el tapete, y jugamos la partida. Las cosas se anuncian en el umbral de nuestras vidas y, a toque de corneta, lanzan un grito: «ahí va eso». Unas llaman nuestra atención, otras no. Atendemos a lo que tiene la etiqueta de «interesante» para el orden que hemos conjugado en nuestro corazón. Si busco seguridad, atenderé a aquello que me la proporciona. Si busco excitación, a lo que me agita.

Ortega aseguraba en “Estudios sobre el amor” que el cariz de nuestros amores es la carta a la que nos jugamos la vida (2). La manera en que jugamos la partida, en que ejercitamos lo que somos a diario, marca el devenir de lo que vivimos. En “Amores elípticos” he recogido 21 tensiones universales que se presentan durante el desarrollo de una relación, y que marcan lo que llega a ser o lo que deja de ser. Lo que nos desajusta, porque lo vivimos como un conflicto interno o compartido con alguien, en realidad es una clave para mejorar la relación.

Lo primero que podemos hacer es identificar las tensiones clave que se viven dentro de una historia. «Amores elípticos» recoge aquellas a las que se ha dado una importancia fundamental en la literatura amorosa. ¿Cuáles de ellas estoy viviendo y condicionan lo que sucede? ¿Quizás sea la tensión del dar y el recibir? En mi relación, siento que existe un desequilibrio, que no me dan lo mismo que doy yo. ¿Qué significa dar para mí? ¿Qué lenguaje del dar estoy empleando? ¿Es el mismo que el de mi pareja? ¿Falta realmente esa reciprocidad? ¿Cómo sé que no me está dando, pero de una manera que no entiendo?

¿Puede ser un problema de temperatura sentimental? ¿Me siento bien con la intensidad que se está poniendo en la relación? ¿Estoy viviendo como tensión la temperatura que pone la otra persona, su intensidad? ¿Cómo reciben la que pongo yo? ¿Cómo hago para que esa intensidad se transforme en consistencia? ¿Añoro quizás la constante excitación del pasado que la relación ha perdido? ¿O creo que nunca la tuvimos y no sé si es posible trabajarla?

Tras identificar las tensiones fundamentales que se juegan en mi historia, la siguiente pregunta sería: ¿Cómo puedo integrarlas en mi vida?  Como señalo en el libro, si afronto adecuadamente estas tensiones, “pueden constituir el acicate que reafirme una historia y satisfaga a quienes la estamos viviendo. El amor, en la mayoría de las ocasiones, no nos pide resolver sus enigmas, sino reconciliarnos con ellos: incorporándolos a nuestra vida y aprovechando su energía dinamizadora” (3)

¿Qué hay detrás de esa tensión que vivo y que dice sobre mí y sobre la relación que vivo? ¿Y que me dice a mí sobre la persona que quiero? En el post anterior, hablé de la pregunta clave del «Tú» en una relación, que para mí no es ¿quién soy yo para ti?, ni un simple ¿quién eres tú? para comprobar si alguien encaja en mi vida. La pregunta clave es, en mi opinión: ¿quién eres tú para mí? Es decir, cómo soy yo en relación contigo, qué me mueve a ser la interacción y las vivencias contigo, a quien digo amar. En qué me convierto dentro de esta historia, que valores pongo en juego. Esta pregunta habla de un tipo de Yo que hemos de explorar, el Yo-en relación, el Yo relacional. Yo, en relación contigo. De ahí que las tensiones nos proporcionen una clave importante si nos abrimos al significado que tienen en nuestras vidas.

Juan Ramón Jiménez pedía “orden en lo esterior, inquietud en el espíritu” (4). Ordenando nuestro amor y aprovechando la energía de lo que se vive como tensión pero que puede resultar su acicate, viviremos vidas más plenas.

María Teresa Rodríguez de Castro

Composición: @martardecastro

BIBLIOGRAFÍA

(1) Scheler, Max “Ordo Amoris”. Caparrós Editores, Madrid, 1996

(2) Ortega y Gasset, José. “Estudios sobre el amor”. Edaf, Madrid, 1995. Citado en “Amores elípticos”, Catarata, Madrid, 2023, pg 35, donde desarrollo el juego entre el amor y el inconsciente basándome en este libro

(3) Rodríguez de Castro, María Teresa “Amores elípticos”. Catarata, Madrid, 2023, pg 65

(4) “Juan Ramón Jiménez. Aforismos e ideas líricas”. Edición de José Luis Morante. Ediciones de la Isla de Sistolá, Sevilla, 2018, pg 33