BlogEl pulso del pensar

El amor sale al encuentro

El amor no se busca, el amor se encuentra. El amor te sale al encuentro. Dibuja un arco en nuestra vida diaria, y sobre él, dispara un suceder, una aventura. Te tropiezas con él, y el asombro del encuentro te moviliza. El amor acontece, te sucede. Por eso no funciona bajo demanda, sino que opera bajo leyes propias, alejadas de la súplica. Se dibuja bajo leyes del amanecer, de la encrucijada, del misterio, de la aparición.

El amor aparece. Y no demanda atención, como un niño que se tira al suelo y se emberrenchina. No exige que lo mires, que lo reconozcas, que respondas a su llamada. La demanda seca la fuente de la que brota el amor, agosta su fuente vital, neutraliza su razón de ser. El amor no es una fuerza necesitante, sino el espacio que suspende la necesidad para posibilitar el nacimiento de algo nuevo. El amor amanece. Requiere de un espacio, como todas las cosas que desean ser, que anhelan vivir, ser sin más. El espacio es nodriza del devenir, de lo que está por llegar, de lo que puede cambiarnos. Te obliga a poner un plus de mirada en lo que haces, a suspender el requerimiento para observar lo que va naciendo.

Quien busca con la exigencia clavada en el pecho se condena a la decepción, porque lo que va descubriendo en su carrera desenfrenada no estará jamás a la altura, no cubrirá sus expectativas. No puede hacerlo, porque la demanda asfixia todo nacimiento. Impide ser.

A diferencia del apremio de la búsqueda, el encuentro dibuja un espacio, generativo, nutriente, que alimenta con generosidad lo que está por venir. Quien encuentra se asombra ante lo inesperado de lo que sucede, lo recibe y lo acompaña, y al hacerlo alumbra un mundo nuevo.

Composición: @martardecastro

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